Ya son más de dos años desde que el mundo comenzó a registrar los primeros casos de COVID-19, ocasionado por el virus SARS-CoV-2. Desde allí, se han ido descubriendo varias características de la enfermedad y su efecto a largo plazo.

Distintas olas de contagios se han evidenciado, principalmente ocasionadas por las mutaciones que alcanza el virus ante su propagación; sin embargo, hay casos donde ciertas dolencias continúan.

Para algunas personas, el COVID-19, sin importar su gravedad, es un evento único con síntomas que desaparecen la mayoría de las veces en 2 semanas posteriores a la infección con el coronavirus.

Para otros, la enfermedad inicial puede ser solo el comienzo de un período prolongado de complicaciones, a veces incluso para personas que solo estaban levemente enfermas.

Los médicos han diferenciado lo que conlleva una secuela por el COVID-19 a un pos-COVID o COVID prolongado.

¿Qué es el COVID prolongado?

A finales del 2021, la Organización Mundial de la Salud definió al pos-COVID como una “Condición posterior a COVID-19 que  ocurre en personas con antecedentes de infección por SARS CoV-2 probable o confirmada, generalmente 3 meses desde el inicio de COVID-19 con síntomas y que duran al menos 2 meses y no se pueden explicar con un diagnóstico alternativo”.

Entre los síntomas más comunes están:

Otros síntomas son:

Fuente: ONS Coronavirus Infection Survey

 

¿Qué son las secuelas de COVID-19?

Tomado de: https://centromedicoabc.com/coronavirus-covid-19/secuelas/

El grupo de investigación de enfermedades autoinmunes sistémicas del Hospital Clínica Barcelona detalló que las secuelas se relacionan al daño orgánico que genera una disfunción, como por ejemplo la falta de aire que experimenta un paciente al mantener daño pulmonar por la enfermedad.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos indicaron que las personas que se enfermaron gravemente experimentan efectos multiorgánicos o afecciones autoinmunes. “Los efectos multiorgánicos pueden afectar a muchos, sino a todos, los sistemas del cuerpo, entre ellos las funciones del corazón, los pulmones, los riñones, la piel y el cerebro”.

El manejo de todos estos efectos requiere una mayor comprensión para diseñar intervenciones interdisciplinarias e individualizadas en clínicas, con múltiples especialidades, que incluyen ejercicio gradual, fisioterapia, evaluaciones médicas frecuentes y terapia psicoemocional cuando sea necesario.