La importancia de un apego seguro en la formación de personas autónomas

Los seres humanos somos por naturaleza multidimensionales; parte de nuestro ser constituye el desarrollo socio-emocional, que inicia desde nuestra concepción y permanece en constante desarrollo y afianzamiento a lo largo de la vida. En la infancia se marcan las pautas de las relaciones interpersonales con los demás en los diferentes ambientes en los que nos desenvolvemos.

Los vínculos afectivos estables tienen un impacto sumamente alto en la autoestima y desarrollo de la confianza de uno mismo al momento de relacionarnos con los demás; así como la habilidad de comunicarnos para expresar nuestras emociones son estrategias para resolver problemas cotidianos. Estos niños con vínculos afectivos estables, tienden a ser más empáticos con sus compañeros y desarrollan amistades saludables y armoniosas, se muestran más confiados y positivos ante las relaciones interpersonales, son más independientes a la hora de trabajar y capaces de enfrentarse a desafíos con mayor nivel de tolerancia a la frustración. Se percibirán como personas persistentes, entusiastas, seguras de sí mismas, valiosas y potencialmente dignas de ser amadas. Por esta razón es necesario construir relaciones de apego seguro: una relación especial y privilegiada de protección y seguridad emocional, que se forma y consolida paulatinamente desde el nacimiento, mediante interacciones constantes y afectivas con sus padres, quiénes somos su principal figura de apego. A este núcleo y centro de apego se incluyen los Docentes, quiénes contribuimos de forma consciente con esta construcción de una imagen positiva de sí mismos, brindamos acompañamiento, retroalimentación oportuna y permanente, les motivamos, reconocemos su esfuerzo y apoyamos en el afianzamiento de la confianza de sí mismos de manera afectiva y cercana.

Algunas sugerencias que aportan al desarrollo de un vínculo de apego seguro con los niños son las siguientes:

  • Bajar a la altura del niño para mantener interacciones cara a cara.
  • Utilizar una voz agradable, tranquila y un lenguaje sencillo.
  • Proporcionar contacto físico cálido y sensible.
  • Evitar la sobreprotección y permitir al niño ser autónomo al dejarle tomar sus propias decisiones.
  • Seguir la iniciativa y el interés del niño durante el juego.
  • Redirigir a los niños cuando tienen un comportamiento inapropiado.
  • Enseñar estrategias de afrontamiento constructivas.
  • Escuchar a los niños y animarlos a escuchar a los demás.
  • Reconocer los logros y el esfuerzo de los niños.
  • Debemos recordar que las personas que han desarrollado un apego seguro a lo largo de su vida, tienden a tener una mayor capacidad de atención; incrementar su lenguaje y la comprensión conceptual; desarrollar mucho más su capacidad de relación con sus iguales y otros adultos; y tolerar mucho mejor la frustración.

Para que un niño sea solvente, y llegue a la independencia, es importante que los adultos de referencia, padres y maestros, trabajemos de forma conjunta y seamos capaces de autorregular nuestras emociones, de enseñar las destrezas necesarias para que aprendan a hacerlo los niños, y mantener siempre esa relación asimétrica entre padres e hijos, maestros y alumnos que garantizará la armonía y apoyarlos a alcanzar su máximo potencial.

 

Referencias Bibliográficas:

– Bailén, E. (2017). Padres y profesores somos figuras de apego y debemos estar en el mismo bando. Artículo en línea de diario El País. España. https://elpais.com/elpais/2017/07/28/mamas_papas/1501238010_432618.html

 

– Bautista, S. (2015). El Maestro de EI como Figura de Apego: Pautas de Intervención. Zamora, España. Escuela Universitaria de Magisterio de Zamora.

 

– Ocaña, L., & Martín, N. (2011). Desarrollo Socioafectivo. Madrid, España: Paraninfo.